Messi, junto a Pastore, lideró a Argentina y solo le faltó el gol.
Pero, como decimos, hubo un tramo del encuentro en el que el empate de Paraguay estuvo bastante cerca. Y es que el planteamiento de Ramón Díaz, completamente diferente al del primer partido entre ambos, complicó mucho la salida de balón y el juego de Argentina. La presión alta de los atacantes guaraníes provocaba que en más de una ocasión los zagueros argentinos tuvieran que recurrir a un envío en largo o a un pase arriesgado, y ahí era cuando aparecían tanto Cáceres como Ortiz, muy activos en el primer tiempo, para ganar las segundas jugadas. Esto, sumado a las dudas generadas por el tanto de Barrios en el equipo albiceleste, propició que Paraguay llegara más y con más peligro en la recta final del primer tiempo. Pero acabaron rindiéndose cuando Di María, con un doblete en los diez primeros minutos del segundo tiempo, anotó un doblete y puso el 4-1 en el marcador. Goles que vendrían precedidos uno a asistencia de Messi y otro en el rechace de una jugada entre el propio Messi y Pastore finalizada por el centrocampista del PSG.
Ya con el 4-1 el juego argentino sería mucho más fluido, igual que en el tramo comprendido entre el 2-0 y el 2-1 en el primer tiempo, debido en parte al hecho de que Paraguay bajara los brazos. En ello también tuvieron una gran responsabilidad, como no, Messi y Pastore. Porque el hecho de que el jugador del PSG esté completando una Copa América tan buena se debe, en gran medida, a Leo Messi. El jugador del Barcelona, que ante Paraguay ocupó una posición más retrasada, fue quien potenció a Pastore al darle la pelota en posiciones mucho más cómodas y peligrosas. En esa zona del campo las combinaciones entre ambos jugadores son la principal baza ofensiva de Argentina, y las que acaban desencadenando las ocasiones para el resto de jugadores. Sin duda, ellos son los motores de la Argentina del Tata. Y, sin duda, por ellos pasan muchas de las opciones de Argentina de terminar alzándose con el título.
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